Los enunciados de Naturopatía elaborados por Manuel Lezaeta Acharán y continuado por su hijo, Rafael Lezaeta Pérez Cotapos, surge de la experiencia e investigaciones realizadas, influido a su vez por los conocimientos legados por el Padre Tadeo de Wiesent quien además tuvo un privilegiado contacto con una de las fuentes más genuinas de la Naturopatía chilena: las prácticas de salud y los conocimientos fitológicos de la ancestral cultura mapuche.
La Doctrina Térmica de Manuel Lezaeta tiene una importancia trascendental por las siguientes razones:
· Saca el artificial problema de la salud del trillado campo de la Patología y la Terapéutica y lo coloca en de las temperaturas.
· Toma al individuo como sujeto formándole un criterio para que por sí mismo sepa discernir lo que es sano o malsano, conveniente o perjudicial para la salud.
· Establece las leyes naturales que determinan la salud y las causas que provocan su pérdida dándolas a conocer en una síntesis filosófica, al alcance de todos.
· Hacer responsable al individuo de sus actos ya que este será sano o enfermo según sea su comportamiento a tono con las leyes de la naturaleza o no.
· Aclara, como ciencia de la salud que es, en los conceptos de salud y enfermedad, define la naturaleza de la fiebre, de la digestión y de otros procesos biológicos.
· Enseña el uso adecuado de los agentes de vida que la Naturaleza ofrece por doquier y que nos permite el control de la temperatura del cuerpo constituyéndose en el verdadero arte vivir sano y de conservar o recuperar la salud.
De destacar por su gran importancia como precursor explícito del cambio teórico y semántico con respecto a algunos términos centrales del acto Naturopático. Como por ejemplo el concepto de "curar", donde Manuel Lezaeta enfatiza y diferencia claramente: " El verbo "curar" no se conjuga en mi doctrina térmica porque ese concepto supone la intención de interferir actividades defensivas de la Naturaleza, manifestadas en el síntoma, olvidando que a ella solo se la vence sometiéndose a sus leyes inmutables. En lugar, pues, de curar, debemos siempre y en todo caso pensar en normalizar las funciones orgánicas del enfermo, colocando su cuerpo en Equilibrio Térmico, de acuerdo con las necesidades que se revelan en el iris de sus ojos."
El haber expuesto, en este apartado de los Umbrales de la Naturopatía, la Doctrina Térmica de la Salud de Manuel Lezaeta Acharán es para comprender el proceso que vivió la fundación de la Naturopatía a partir de estos autores, aunque Manuel Lezaeta escribiera y desarrollara su obra posteriormente a la fundación de la Naturopatía. La Doctrina Térmica tiene su importancia por si misma y, a la vez, porque fue conocida por los profesionales Naturópatas. Lezaeta buscó el foro adecuado para exponer sus ideas para que la conociera el colectivo que la iba a aceptar: en el Congreso Mundial de Naturopatía celebrado en New York desde el 27 de Julio al 2 de Agosto de 1947 y organizado por The American Naturopathic ASS, en celebración de sus bodas de oro.
Por tanto la Doctrina Térmica de Lezaeta aporta unos fundamentos epistemológico fundamentales para seguir desarrollando la Naturopatía como una Ciencia de la Salud de carácter autónomo, con sus propias teorías, con su propia praxiología y con su propio lenguaje; es un saber abierto e interconectado con el resto de las áreas del saber humano y con el resto de las disciplinas que conforman hoy en día las Ciencias de la Salud.
Es importante añadir además que para Lezaeta este equilibrio se entiende como un todo integral, esto es, que la salud del cuerpo implica asimismo la armonía emocional de las personas. Estos preceptos que coadyuvan a "sintonizar" con las leyes naturales fueron expresados por Lezaeta en el siguiente "decálogo":
· Respirar aire puro.
· Comer exclusivamente productos naturales.
· Ser sobrios constantemente.
· Beber únicamente agua natural.
· Tener suma limpieza en todo.
· Dominar las pasiones, procurando la mayor castidad.
· No estar jamás ociosos.
· Descansar y dormir sólo lo necesario.
· Vestir sencillamente y con holgura, y
· Cultivar todas las virtudes, procurando siempre estar alegres.
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