El papa San Gregorio Magno (540-604 dC) narra la vida de San Benito. A finales del siglo V dC, un joven estudiante decide seguir el llamado del Señor. Imitando a los antiguos monjes, va a vivir con Dios en la soledad de una cueva en la región de Subiaco, no lejos de Roma. Su nombre era Benito, nacido hacia el año 480 en Nursia (Umbria, Italia).
Luego de tres años de vida solitaria, funda con sus discípulos varios monasterios en la región de Subiaco. Basándose en el Evangelio, en la sabiduría de los antiguos monjes y en su propia experiencia, organiza la vida de los monasterios.
Alrededor del año 529 se traslada a Montecassino, donde funda un nuevo - y célebre - monasterio. Allí vive hasta su muerte, ocurrida en el 547. En Montecassino ejerce gran influencia sobre numerosos discípulos y sobre toda la región circundante. Y también allí escribe la Regla para monjes, que será llamada la Santa Regla, maestra del monacato occidental.
Según el relato de su vida, San Benito es fundador y abad del monasterio de Montecassino. De acuerdo a la tradición, el papa Gregorio Magno es quien encomienda hacia el año 597 a un grupo de monjes de la región vecina a Roma la evangelización de los anglosajones en la provincia romana de Inglaterra. Allí el líder de este grupo, San Agustín de Canterbury, habría propagado la vida benedictina fundando varios monasterios.
En el S. VIII, desde Inglaterra parte la misión de otro monje-obispo: San Bonifacio, quien predica el Evangelio especialmente en la provincia de Germania, funda monasterios, y corona su vida con el martirio, acaecido en la Galia en 754. La difusión de la Regla benedictina por toda Europa fue realizándose gradualmente, siendo adoptada en los monasterios ya existentes y en los nuevos monasterios que se van fundando.
Otro monje de nombre Benito, más tarde conocido como San Benito de Aniano (750-821), es el primer gran reformador monástico. Estudia y recopila las diversas Reglas monásticas existentes, y promueve la implantación de la Regla de San Benito en los monasterios del imperio carolingio.
En el año 910 surge en la Galia el monasterio de Cluny, cuyos primeros santos abades buscaron manifestar por medio de la liturgia, el trabajo manual y la caridad, su búsqueda de la Belleza de Dios. La alabanza se convirtió en el centro de su vida monástica. Cluny formó una gran Congregación de monasterios, y fue durante varios siglos un foco de irradiación para toda la cristiandad.
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