El estudio del Regimen sanitatis ad regem Aragonum nos obliga a realizar una consideración previa, en el sentido de que fue realizado para una persona en particular: el rey Jaime II de Aragón; cuestión ésta que simplificará el trabajo de su autor, al no tener que diversificar sus normas higiénicas para adaptarlas a las distintas edades y a las diversas constituciones psicofísicas y orgánicas de los individuos; es suficiente con la exposición de las normas que corresponderían a un adulto que posee ya una determinada complexión corporal. Aunque, además de su constitución física, también es necesario valorar su condición personal y espiritual, puesto que se trata de un rey, de un cristiano. Como rey ha de guardar su salud por el bien de todo su pueblo; debe establecer su corte en el lugar más sano, no sólo por él, sino también por los miembros de su Consejo y por las gentes que allí acuden. En el ordenamiento y realización de sus ejercicios físicos, se debe de cuidar que su regia majestad no corra peligro y sea virtuoso, evitando la participación en juegos y luchas que sean incompatibles con la gravedad y la dignidad que su condición exige.
El Régimen está dividido en diecisiete capítulos, a lo largo de los cuales se exponen las normas básicas que permitirán conservar un óptimo nivel de salud.
Arnau simplifica su contenido al máximo para que pueda usarlo cualquier profano en temas de salud, evitando toda erudición y tecnicismo. La obra consta de dos partes: la primera, muy breve, sigue el esquema tradicional de las sex res non naturales, sin hacer mención expresa a ellas y sustituyéndolas por "lo que necesariamente afecta al cuerpo humano". Sobre todo, el medio ambiente, debiendo ser el aire de los lugares donde se viva - ciudad, casa. habitación-puro y fresco. A continuación, la actividad corporal y el intercambio de productos con el exterior, que se debe establecer según el orden de su encadenamiento natural: el ejercicio físico - completado con el baño y el masaje-, despierta el apetito y dispone al organismo para la recepción del alimento, que la bebida favorecerá al fluidificarlo; la digestión exige reposo, y el sueño repara las fuerzas; a continuación, de nuevo el ejercicio físico adquiere un protagonismo especial por cuanto ayuda a expeler las superfluitates corporis que se han acumulado.
Por último, es necesario regular los movimientos anímicos -psicosomáticos- que puedan tener una repercusión corporal negativa; y, ante todo, es necesario atender a dos normas generales de la más pura raigambre hipocrática: no hacer nada en exceso y saber oír e interpretar la voz de la naturaleza, que es la mejor reguladora de las funciones de cualquier ser vivo.
El capítulo primero está dedicado al estudio de los principios que se deben considerar a la hora de elegir el lugar más idóneo para vivir, en función de las características del aire. Para Arnau, "lo primero que ha de tener en cuenta el rey, para conservar la salud y alargar su vida, es la elección de su lugar de residencia, en función de la calidad de su aire, porque entra por la boca y narices, a través de la respiración y se encamina al corazón, mezclándose con los espíritus allí existentes, de quienes van a depender todas las fuerzas de la vida corporal". Pero el aire templado y puro no solamente es provechoso para el cuerpo, sino que también desempeñará un papel transcendental en el logro de un adecuado equilibrio psíquico, puesto que "todas las operaciones del entendimiento, ya sean de aprendizaje, de juicio, o de toma de decisión dependerán, en parte, del medio ambiente en el que se realicen" . Finaliza el capítulo extendiéndose-en toda una serie de recomendaciones sobre los cuidados que se deben de tomar en relación con las estaciones del año, los vestidos, las diferentes características temperamentales, etcétera.
La importancia que el ejercicio físico tiene en la conservación de la salud aparece claramente reflejada en el capítulo segundo del Regimen sanitatis, donde el maestro Arnau expone qué tipo de ejercicio físico y en qué cantidad se debe realizar para poder optimizar sus efectos saludables. El momento más oportuno para su realización es antes de la comida, porque así aumentaremos el calor natural del organismo y le predispondremos para poder recibir el alimento, e ir iniciando de forma progresiva el proceso digestivo.
Pero también es muy importante el efecto que el ejercicio físico produce en el proceso fisiológico de la evacuación de los productos de desecho –superfluidades urgidas de la digestión de los alimentos; y en la eliminación de las superfluidades más sutiles - las toxinas acumuladas en la región subcutánea y que expulsamos por medio del sudor.
La cantidad de ejercicio físico necesaria en cada caso viene determinada por la cantidad de comida ingerida, estableciéndose entre ambas una relación directamente proporcional, de modo que a los poco comedores les bastaría con menos ejercicio; mientras que, por el contrario, los muy comedores necesitan ejercitarse mucho más; invirtiendo este planteamiento, nos aproximaríamos a una de las reglas de oro de la dietética físico-deportiva: a los que hacen poco ejercicio físico les basta con poca comida; al contrario de lo que ocurre con los que ejercitan mucho y tienen un gran desgaste, que necesitan comer en cantidad y calidad -que los alimentos sean ricos en nutrientes.-
La calidad –intensidad- del ejercicio físico debe ser, en cualquier caso, moderada (intensidad media baja) y uniforme; y a continuación Arnau nos explica qué entiende él por moderada: "Cuando al terminar la sesión de ejercicio físico la persona se siente alegre y contenta, con los miembros más aliviados y ligeros; estableciéndose el límite entre el ejercicio moderado (de intensidad media-baja) y el ejercicio fuerte/intenso (de intensidad máxima o submáxima) en el nivel de la fatiga; de modo que llegados a un punto importante de fatiga es aconsejable abandonar el ejercicio". La uniformidad en la realización del ejercicio físico es entendida por Arnau como una forma de ejercicio global, genérico, dirigido a todas las partes del cuerpo de manera equilibrada y armónica; bien sea caminando a pie, a caballo o de cualquier otra manera; aconsejando, al que camina a pie, el inclinarse de vez en cuando para recoger algo del suelo -se está refiriendo aquí a lo que en términos actuales denominaríamos como flexiones sucesivas de tronco adelante-; yen el caso de la equitación, considerada por el autor como una forma de ejercicio muy completa, "porque al subir, al bajar, y al cabalgar no sólo se ejercitan las piernas, sino también la parte anterior del tronco, la espalda. las manos y los brazos", afirma que debe realizarse simultáneamente con la práctica de la caza. Precisamente la caza a pie, el juego de pelota, y la esgrima son consideradas por Arnau como las formas de ejercitación física más completas). Pero en todo caso, el autor, siguiendo los dictados del pensamiento de la época, y como ya hemos comentado anteriormente, hace una última recomendación para la realización de este tipo de prácticas, en el sentido de que "se han de elegir aquellos ejercicios que no desdigan el decoro y la majestad reales; no procediendo la práctica de los juegos de cañas, ni de la lucha, ni de ningún tipo de juego popular, pues envilecen a la persona del rey y pueden dañar su reputación".
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