El baño de vapor es bueno para los que no realizan ningún tipo de ejercicio físico habitualmente, y para los que comen demasiado, porque les provoca la sudoración y, en consecuencia, la eliminación de toxinas. Existe una excepción, la de los cuerpos templados -sería el caso del rey de Aragón- y la de los sanguíneos, ya que si su comer y su ejercicio físico fuera moderado no les convendría ni necesitarían sudar. Termina este capítulo Arnau tansmitiéndonos unas recomendaciones generales acerca de la temperatura del agua para el baño, que no debe de estar ni caliente ni fría, sino más bien tibia. Hay que lavarse las piernas y las plantas de los pies todos los días; los oídos y los ojos deben lavarse a diario, al levantarse y antes de acostarse, frotándolos con agua templada, lo que mejorará el funcionamiento y la agudeza de ambos sentidos. La cabeza se lavará al menos una vez por semana, frotando con agua tibia su parte superior y las zonas laterales, lo que mejorará sensiblemente la memoria. El momento más idóneo para el baño es al terminar la sesión de ejercicio físico y, en cualquier caso, nunca inmediatamente después de la comida o de la cena.
El cuarto capítulo recoge el orden del comer y beber, y se inicia con una explicación del autor del porqué lo sitúa inmediatamente a continuación del ejercicio físico y del baño; dos razones le inducen a ello: "La una, porque el ejercicio físico evacua y debilita el cuerpo, haciendo necesaria su restauración; y la otra, consecuencia de la anterior, porque el ejercicio físico, al evacuar el cuerpo, provoca las ganas de comer, que llamamos hambre, la cual no es más que una embajadora de la naturaleza, que viene a notificar la necesidad de la comida o del mantenimiento" . Para Arnau, el apetito controlado es señal de buena salud, aunque habremos de atender a una serie de normas básicas -relativas a la comida y a la bebida- que, según él, nos ayudarán a optimizar el proceso alimenticio, en referencia a la calidad, cantidad y variedad de los alimentos, al proceso de masticación, a la forma misma de comer -que debe ser pausada y sin engullir el alimento-, al orden lógico en que deben ingerirse los distintos alimentos, etcétera; realiza un apunte sobre la cantidad y variedad del alimento, que vendrán determinadas, en cualquier caso, por la naturaleza y el temperamento del individuo. Recoge una última recomendación para aquellos que sufren de almorranas -dolencia que padecía el propio rey Jaime II, destinatario directo del Régimen -, que deben evitar la ingestión de alimentos condimentados con picante y sal, los dulces, y, en general, todos aquellos que sean astringentes.
En cuanto a la bebida, aconseja moderación y establece algunas diferencias dependiendo del tiempo y de la naturaleza particular de cada uno. El vino, siempre y cuando no sea agudo, fogoso, grueso o dulce, es bueno para acompañar a la comida; en verano aconseja beber vino blanco o clarete, y en el invierno tinto o bermejo. Para los cuerpos templados sanguíneos y coléricos aconseja beber un vino flojo, incluso rebajado con agua. Termina el capítulo haciendo una curiosa referencia a la forma en que se ha de beber, después de haber realizado una sesión de ejercicio físico: "En la sed que fuera fingida o falsa, es decir, cuando no se siente calor en el orificio o boca del estómago, sino que hay sequedad en la garganta, en la boca o en el paladar, por causa del ejercicio; no conviene beber, sino simplemente humedecer o limpiar dichas partes, haciendo gárgaras con agua o mascando alguna fruta que tenga zumo; para no irritar los gaznates o caño de la garganta" .
Los restantes capítulos, hasta el diecisiete, último del Regimen, recogen los siguientes contenidos: el capítulo V trata "Del dormir y velar"; el VI, "Del expelir las superfluidades del cuerpo" ; el VII, "De cómo se han de llevar los accidentes y pasiones del ánimo" ; el VIII, "De los géneros de comidas en general, y de los granos con los que se suele hacer el pan, en especial"; el IX, "Del uso de las legumbres" ; el X, "De la forma de comer las frutas" ; el XI, "De los guisados en escudillas, que se hacen de las verduras y de las frutas"; el XII, "Del uso de las raíces"; el XIII, "De la diversidad de las carnes"; el XIV, "De los alimentos que tomamos de las humedades o cosas líquidas de los animales"; el XV, "Del comer de los pescados"; XVI, "De los sabores y adobos"; XVII, "Del orden del beber".
A modo de conclusión podemos decir que el Regimen Sanitatis es el precursor de los que hoy denominamos en Naturopatía, el Programa Personal de Salud. Ahora bien, podemos también hacernos la pregunta de porque el Regimen Sanitatis , como metodología de salud no siguió adelante; para alguos autores la causa fue que se comenzó a poner el énfasis en la sanidad publica,; pero dejemos que Bernardo de Gordon nos de su explicación (en 1307 – 1308): “Medici nostri temporis non curant scire regimen sanitatis, quia videtur eis quod non si tibi lucrum, sed in curatione morborum et potissime febrium sun bene solliciti et attenti”., que traducido quiere decir “ Hoy en día los médicos son más reacios al empleo del régimen de salud (regimen sanitatais) en su práctica diaria .La razón es que, en su opinión, no obtienen beneficio alguno con ello. Buscan más, pues, curar enfermedades, especialmente fiebres”.
Bibliografía
- „ La búsqueda de la salud (sanadores y enfermos) de Luis García Ballester, Península HCS, ediciones península. Barcelona 2.001.
- El ejercicio físico en el 'regimen sanitatis' de Arnau de Vilanova de Eduardo Álvarez del Palacio, TEU de Educación Físico, Universidad de León. Apuntes: Educación Física y Deportes 1994 (36} 6-14
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